Lunes 30 de octubre de 2006
 
 
50 años de comunicación presidencial
Manejar crisis y limar asperezas entre gobiernos y sociedad
  • La Universidad Iberoamericana fue pieza clave para conquistar el derecho a la información de la sociedad, opinó Luis Javier Solana, vocero durante el mandato de José López Portillo

Nadie puede discutir, para bien o para mal, la importancia histórica que en los diferentes gobiernos han desempeñado sus respectivos voceros a través de las oficinas de prensa oficiales. No obstante, esa emblemática y discutida figura, clave en las intenciones por otorgar fluidez a la comunicación entre presidente y sociedad, no ha quedado fuera de la influencia de los grandes cambios que desde el año 2000 continúan estremeciendo a México.

La Universidad Iberoamericana Ciudad de México y el Departamento de Comunicación, fieles a su compromiso por hacer de la realidad nacional una de sus principales asignaturas, realizó el coloquio “México: medio siglo de comunicación presidencial”. En este contexto se presentó el libro Vicente Fox Quesada: Encuentro con los medios, recopilado por Yolanda Meyemberg.

Con la participación de ex voceros presidenciales --desde Fausto Zapata, durante la administración de Luis Echeverría, hasta Rubén Aguilar Valenzuela, representante del presidente Vicente Fox-- se analizó desde una perspectiva histórica y evolutiva el papel desempeñado por los voceros presidenciales, así como los desafíos y los puntos débiles de esta figura en los últimos 50 años. El debate fue moderado por la maestra Gabriela Warkentin, directora del Departamento de Comunicación de la Universidad Iberoamericana.

El foro inició con la petición a los participantes de tratar el tema de modo académico, a no quedarse en el dato coyuntural, sino analizar lo que pasó en esos momentos cuando estaban al frente de la comunicación presidencial, cómo se ven ahora y los retos que debe librar en el presente una oficina de prensa gubernamental.

El primero en tomar la palabra fue Fausto Zapata, quien hizo notar que las circunstancias actuales de una vocería de Presidencia son radicalmente diferentes: antes ser jefe de prensa representaba una carga de autoridad que ahora, sobre todo desde el año 2000, ya no se tiene, en nuevas circunstancias donde los medios han devenido en exceso libérrimos, manifestó. Ahora sorprende la influencia que los medios tienen en las decisiones presidenciales.

Al hacer un balance, Fausto Zapata consideró que en los tiempos priístas, cuando los medios eran aliados del poder, esta alianza debilitaba a la sociedad. Sin embargo, a partir del año 2000 la sociedad ha crecido más que el Estado, y los medios ya no mantienen su antiguo contubernio con el poder.

En este sentido, planteó que la figura del vocero se encuentra en proceso de obsolescencia pues las salas de prensa presidenciales del presente tienen que vérselas con una sociedad crecientemente escéptica en cuestiones políticas.

Por su lado, Luis Javier Solana, portavoz en la administración de José López Portillo, adujo que este gobernante fue el referente clave en la transformación de la relación entre comunicación presidencial y sociedad. Y es que, dijo, el finado ex mandatario es el gran antecedente de reforma política para que la alternancia en el poder ocurrida en el 2000 tuviera lugar.

Para Solana no hay duda de que fue López Portillo quien dio voz a la sociedad. Subrayó que la Universidad Iberoamericana también fue pieza clave para conquistar este derecho a la información, de hecho esta es una de las líneas temáticas en que la Universidad está comprometida.

En tanto, Otto Granados opinó que la figura y trabajo del vocero presidencial debe comprenderse desde un modesto perfil, donde el portavoz no es el gran ministro de la comunicación sino un funcionario subalterno, responsable de que la comunicación entre Presidente y sociedad se realice correctamente.

Granados hizo notar que las modernas tecnologías de la comunicación han transformado el perfil y la comprensión del vocero presidencial en la actualidad.

Pero sobre todo, indicó, el principal reto de la oficina de prensa está en la coherencia que deben observar y guardar con los mensajes. En este sentido de guardar la coherencia de los mensajes es donde el vocero es importante, aseveró.

Por su parte, José Carreño Carlón, también encargado de prensa del presidente Salinas, consideró que las secretarías de prensa de Presidencia han perdido el monopolio de proponer y decidir la agenda pública ante la emergencia de otros también influyentes actores y consideró que esta figura no tiene que desaparecer.

José Carreño, quien además es coordinador del área de Periodismo en la Licenciatura en Comunicación de la UIA, refirió que la principal debilidad –y el reto más colosal-- de las oficinas de prensa de Presidencia es que nunca han contado con una estrategia de resolución y manejo de crisis. Como ejemplo mencionó lo ocurrido en 1994 con el surgimiento del EZLN o más recientemente la crisis sin resolver en Oaxaca.

Al llegar su turno, Carlos Almada López, colaborador del ex presidente Ernesto Zedillo, consideró que el modelo de comunicación presidencial que mejor se aviene a las características de México es el de vocería.

Juzgó sin embargo que el portavoz no puede hablar en lugar del jefe de Estado, cuando éste tiene que hacerlo, ni tampoco puede asumir la voz del jefe de partido, que también es otra investidura del presidente.

En este modelo de vocería lo importante es que el responsable de prensa de la Presidencia comprenda su trabajo como encaminado a generar consensos, y no como un simple asistente, dijo.

Fernando Lerdo de Tejada, ex responsable de comunicaciones con Zedillo, consideró que hoy el trabajo de vocería presidencial se desarrolla en un contexto más complejo, con nuevas e influyentes tecnologías, en un proceso democrático gradual, y donde la sociedad ahora es más politizada y crítica.

Consideró que existe una sobredosis de sensibilidad de los políticos hacia los medios; viven muy preocupados de lo que dicen. Llamó a rescatar la capacidad de fijar la agenda política que a su juicio se perdió desde 1997.

Finalmente, Rubén Aguilar, portavoz del gobierno de Vicente Fox, dijo que en este sexenio se dieron cambios importantes y sustanciales en el manejo de la comunicación social.

Explicó que no sólo se instituyó la vocería como una herramienta para posicionar el programa de gobierno de Fox, sino para que la administración federal fije anuncios de suma importancia en la agenda política del país, evitando en lo posible que los medios distorsionen la realidad.

Al participar en el coloquio “Medio siglo de comunicación presidencial”, Rubén Aguilar creyó necesario hacer mejoras en la estructura de la institución, que coadyuve en que los medios de comunicación dejen de hacer periodismo de opinión y asuman una postura más clara sobre el trabajo federal.

En el Auditorio José Sánchez Villaseñor, donde se desarrolló el coloquio, el portavoz presidencial subrayó que una de las tareas del vocero es hacer valer la agenda de gobierno por encima de otras.

Aguilar, quien en el pasado colaboró en la comunicación y propaganda de la guerrilla salvadoreña durante la guerra civil en El Salvador, también aludió a la tendencia de los medios a quedarse sólo en las coyunturas y distorsionar la realidad. Refirió que es importante coordinar los diferentes mensajes que tienen lugar en la sociedad, y sobre todo a la necesidad de aprender a afrontar las crisis y el control de daños.

En la sesión de preguntas y respuestas se habló del papel que debe desempeñar un portavoz. Otto Granados estimó que más allá de agenciar publicidad a un presidente, el auténtico éxito de un vocero debe medirse por la capacidad para facilitar acuerdos y reformas, pero sobre todo por su habilidad para limar asperezas y crear vínculos, por favorecer a la unión y la concordia entre Ejecutivo y sociedad.

 
Atentamente
Dirección de Comunicación Institucional

Atención a medios de comunicación
Tel. 5950-4000 ó 9177-4400 Exts. 4811 y 7594
correo-e: francelia.vargas@uia.mx
sitio web: www.uia.mx/prensa/
Prol. Paseo de la Reforma 880 Col. Lomas de Santa Fe

 

cerrar (x)